¡CHRISTIAN LIVES MATTER!
- Álvaro Fedriani Cabezas
- 16 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 mar
Dice el sabio refranero español que, “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Y no yerra.
Cuando a principios del mes de diciembre de 2024 triunfó la ofensiva rebelde y cayó el régimen de Bashar al-Ásad en Siria, muchos políticos (y no menos tertulianos y periodistas) europeos y norteamericanos de medio pelo -y también altos cargos de la ONU-, que parecen ignorar por completo la compleja realidad de Oriente Próximo, se lanzaron a celebrar la huida a Rusia del anterior presidente -a quien podemos llamar dictador sin temor a equivocarnos- y la llegada de un señor vestido de chaqueta y corbata que prometía respetar a las minorías y respondía al nombre de Ahmed Huseín al-Charaa.
Sin embargo, han bastado tan sólo tres meses de ‘gobierno’ para que este lobo revestido con piel de cordero muestre su verdadera cara e intenciones. Todas las imágenes y los vídeos que, gracias a las redes sociales, se están difundiendo en los últimos días están ahí para vergüenza del mundo y de aquellos dirigentes que vieron y defendieron a los rebeldes como un motivo de esperanza para Siria. Y es que, aunque parezca absurdo, es del todo necesario recordar en estos tiempos que, un gobierno formado por yihadistas nunca va a traer nada bueno a ningún país.
De nuevo, como sucede, por poner sólo algunos ejemplos, en Somalia, Nigeria, Yemen o en Corea del Norte, los cristianos son perseguidos por su fe. De hecho, según la Lista Mundial de la Persecución (LMP), hay más de 380 millones de cristianos que sufren altos niveles de persecución y discriminación, lo que convierte al cristianismo en la religión más perseguida.
Sin embargo, los medios de comunicación obvian esta realidad y no le dedican titulares ni minutos de televisión. Esto nos lleva a concluir que para ellos hay muertos de primera y de segunda clase -y estos últimos suele coincidir que son seguidores de Cristo-. Hoy, más que nunca, es necesario lanzar un grito desesperado a este mundo. ¡CHRISTIAN LIVES MATTER!
Pero la realidad es que los brutales asesinatos de los cristianos no causarán movimientos sociales ni la indignación de las principales fortunas o de los grandes rostros de Hollywood. Incluso se les da de lado en la Unión Europea, cuyas raíces -aunque moleste a muchos- son profundamente católicas. Estos crímenes atroces también deberían ser objeto de repulsa y denuncia por parte de las autoridades nacionales e internacionales.
La coyuntura nos retrotrae a aquellas palabras que, en su camino al Calvario, dedicó Cristo a las mujeres de Jerusalén: “Si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?”. El único consuelo que nos queda es aquel que recoge San Mateo en su Evangelio: “Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa”.
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